La integración escolar requiere de condiciones contextuales que favorezcan y celebren la heterogeneidad. El primer aspecto central es realizar definiciones político ideológicas que luego darán lugar, consecuentemente, a decisiones de tipo pedagógico-didáctico y organizativas. El presente texto corresponde a la publicación "Escuela inclusiva. Entre discurso y posibilidad" Revista Novedades Educativas", Bs.As, 2009
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Definiciones político-ideológicas
Toda
institución es un espacio de micropolítica que define relaciones de poder por
los modos de vinculación que se construyen, por la forma en que circula el
saber tanto entre pares como con los demás miembros de la comunidad educativa,
por las voces que se escuchan y por las que callan porque nunca se les da voz o
porque prefieren la complicidad del silencio. Estos modos de vinculación con el
saber y con los sujetos que participan del proceso de enseñanza y aprendizaje,
van perfilando matrices de grupo, instalan un estilo institucional que,
explícita o implícitamente marcan un perfil ideológico institucional. Un
proyecto inclusivo requiere de definiciones ideológicas fuertes que apunten a
celebrar las diferencias, no solamente aceptarlas, que valore el cruce de las
distintas culturas, promueva actividades co-operativas y afiance formas de
gobierno institucional más democráticas, flexibles y participativas. Es necesario discutir
con todos los actores involucrados en el proceso escolar, esta dimensión
política de la escuela y tomar decisiones colectivas en torno a las mismas, lo
cual derivará en definiciones técnico-pedagógicas y organizacionales. A partir
de esas definiciones podrán realizarse acuerdos acerca del sujeto de
aprendizaje; de las experiencias
educativas; de las prácticas; los
contenidos y su forma de selección, presentación y abordaje; las teorías de
desarrollo evolutivo y de aprendizaje; el rol docente, el rol directivo, el rol
de los padres y de los alumnos; la planificación y la evaluación. También
acerca de la organización de los grupos y del tiempo, de la estructura y la
conducción escolar. Como bien expresa Guerrero López (1999) el proceso de integración
supone “un compromiso ético, pues la teorización curricular supone asumir
algún principio y una demostración de que son posibles cambios en la
organización de las escuelas...”. Una escuela inclusiva ha de tener
criterios abiertos para la ubicación de los alumnos, la constitución de
pequeños y grandes grupos, la alternancia de roles, la incorporación de
alternativas de aprendizaje, la utilización de todas las inteligencias
(lingüística, lógico-matemática, espacial, corporal-cinética, musical, Inter. e
intrapersonal)[i].
- El currículo será tenido en cuenta en todas sus formas: el currículo prescripto, el oculto y el olvidado o nulo. Estos dos últimos son especialmente importantes para una escuela inclusiva.
- El currículo oculto, si es develado permitirá descubrir y analizar la multiplicidad de matices que aborda la discriminación y la fuerza clasificatoria de los gestos, acciones, palabras o hábitos que describen, prescriben o califican en la cotidianeidad del aula y del grupo (sea este cual fuere).
- El olvidado es poder evaluar la circulación de un currículo contrahegemónico[ii], que exprese a las minorías, a los sectores más vulnerables, recuperando culturas, contenidos y conocimientos que el currículo oficial no expresa, en un acto de reinvindicación y de justicia social educativa.
[i] El
concepto de inteligencias múltiples es desarrollado por Gardner (1998) .Resulta
útil para programar estrategias porque estas capacidades pueden utilizarse como
modalidades de conocimiento, asociadas a distintas vías de acceso al conocimiento.
[ii] Este
tema es abordado con originalidad por CONNELLL (1999) en Escuelas y justicia
social, donde expone la construcción del currículo como resultado de
relaciones de poder, en las cuales el hegemónico cobra características
predominantes.
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