domingo, 14 de julio de 2013

La flexibilidad en el autismo

En este trabajo abordaremos la flexibilidad en el autismo, como punto de partida y de llegada. Nos acompaña en este discurrir sobre la problemática, la idea de trama interior y exterior que nos construye como sujetos. Todos y cada uno, somos ese encuentro con nosotros mismos y con los otros. "Somos el cuerpo de la humanidad, la trama que se teje y se desteje acunada por lo eterno"



"La Trama humana", trabajo tridimensional de la artista plástica Mireya Baglietto, expuesta en el Centro Cultural Recoleta, Buenos Aires, Argentina, 1989 (http://www.mireyabaglietto.com/las_obras.htm)

LA FLEXIBILIDAD EN EL AUTISMO: PUNTO DE PARTIDA Y DE LLEGADA

Introducción
En este trabajo se desarrolla una de las dos funciones psicológicas que sintetizan el núcleo del autismo: la falta de flexibilidad en la acción y en el pensamiento. A partir de algunas conceptualizaciones referidas al tema, se traza un plan de abordaje general  que contempla objetivos, actividades, evaluación y recursos a utilizar.
La intervención del terapeuta o docente se considera primordial en la construcción de contextos favorables para la aparición y el desarrollo de la flexibilidad, al igual que la relación con la familia del niño autista a los efectos de contextualizar en ambientes naturales las conductas que aprenderá en el ámbito educativo. El adulto es un pilar fundamental en la mediación entre el niño y  el mundo.

La flexibilidad como punto de partida
La capacidad que tiene un sujeto de cambiar su acción y su pensamiento en relación a los cambios que se producen en el ambiente, es lo que define a la flexibilidad. Constituye una función ejecutiva, un conjunto de habilidades cognitivas que permiten utilizar estrategias adecuadas en la solución de problemas, con la finalidad de lograr determinadas metas. Se trata de funciones complejas que se caracterizan por funcionar como una red muy interconectada que remite a la planificación de acciones también conectadas unas con otras y que implican distintas habilidades: de inhibición, de capacidad generativa, de planificación, de memoria de trabajo, de supervisión.
El bebé tiene reflejos que desaparecen cuando “empieza a trabajar activamente para conseguir la maduración de todo su sistema neurológico, sensitivo y motor.” (Nieto, C. 2009). En su desarrollo y hasta los doce meses, muestra comportamientos rítmicos que son considerados importantes en el desarrollo del psiquismo y que van desapareciendo con la adquisición de su control motor. A medida que ocurre esto con el psiquismo, en paralelo, neurológicamente comienza un crecimiento acelerado entre los dos y los cuatro años, en la maduración de la corteza prefrontal.  Es el camino del desarrollo de la flexibilidad: desaparecen algunos reflejos ante la aparición de ritmos motores, que desaparecen a su vez  con la llegada del control motor voluntario y que coinciden con la aparición de cierta rigidez mental y comportamental, asociada al gusto por las rutinas y la invarianza, esto hasta los cinco años.
Si se asocia este concepto a la teoría piagetiana que plantea el cambio como eje del desarrollo cognitivo, se puede decir que la flexibilidad está marcada por los tres procesos centrales de construcción del conocimiento. La asimilación por la cual el individuo incorpora información nueva del ambiente; acomodación por la que transforma el conocimiento que posee en nuevo conocimiento y equilibración  que es el resultado de la interacción entre esos dos procesos.
En el espectro autista se hacen presentes trastornos que se manifiestan en torno a tres dimensiones. Trastornos de la flexibilidad con predominio de las estereotipias motoras simples, la aparición de rituales simples y complejos y contenidos obsesivos y limitados de pensamiento. Trastornos de la anticipación que implican la resistencia a cambios y la rigidez frente a los estímulos, aparición de conductas anticipatorias simples en situaciones cotidianas habituales, dificultad para articular estrategias de previsión y organización del futuro. Y trastornos del sentido de la actividad que involucran el predominio masivo de conductas sin metas, la realización de actividades funcionales sólo ante consignas externas, la presencia de actividades de ciclo largo que no se viven como parte de totalidades y/ o de previsión biográfica.

La flexibilidad como punto de llegada
Como en el autismo la flexibilidad se altera, es necesario intervenir  y diseñar estrategias que reviertan esta situación. La intervención estará dirigida a trabajar las habilidades que contribuyen a hacer flexible nuestra acción y nuestro pensamiento: anticipar, dar sentido a la actividad y al entorno, aplicar capacidad generativa, tomar decisiones y supervisar la propia acción. Se programarán acciones dentro del marco de los principios básicos para la intervención:
Ø       Organización y estructuración del mundo en el que se desenvuelve el niño.
Ø       Establecimiento de rutinas predecibles y controlables.
Ø       Utilización del aprendizaje mediado  que permitirá el desarrollo potencial del niño con el acompañamiento del adulto.
Ø       Diseño de abordaje conjunto entre el profesor, el terapeuta y la familia.
Serán la base de la acción educativa o terapéutica, algunos postulados establecidos por Ángel Rivière (1997)[1]: propiciar el bienestar  y el desarrollo de emociones positivas en el niño autista; disminuir las posibilidades de miedo, frustración o  ansiedad; promover la libertad, espontaneidad y flexibilidad de la acción; desarrollar competencias significativas y mediadas que aumenten y mejoren la posibilidad de comunicación, regulación y acción sobre el medio, sobre sí mismo y la relación con los otros.
A los efectos prácticos y para contextualizar un plan de intervención a modo de ejemplo, se establecerán tres niveles de aprendizaje[2] .
Ø       Nivel I  Comprende los aprendizajes elementales y rudimentarios para relacionarse con el entorno inmediato.
Ø       Nivel II  Comprende los aprendizajes que el niño realiza en la interacción con otros, con lo cual incorpora situaciones imprevistas.
Ø       Nivel III Comprende un campo de aprendizaje más amplio que posibilite afianzamiento y generalización de los mismos.
Ø       Nivel  IV. Comprende procesos de metacognición y auto-regulación de las herramientas aprendidas.
Nuevos estudios sobre el desarrollo cognitivo indican que algunos estadios del desarrollo normal aparecen antes de lo que se estimaba;  que entre el niño más pequeño y el de más edad también hay semejanzas; que hay un conjunto de competencias  que tienen un componente anterior al que se había pensado en la posición piagetiana y que las etapas del desarrollo implican diferentes maneras cualitativas de aproximarse a la realidad pero no una discontinuidad del mismo[3]. Estas consideraciones tienen un profundo impacto sobre el proceso de educabilidad que se trasladará entonces a los niveles citados precedentemente: no pueden entenderse como un corte abrupto sino como una continuidad  de proceso y de intervención mediada según las características individuales de cada sujeto.
A los efectos de ejemplificar un plan de intervención, se tomarán objetivos correspondientes a los Niveles II en el primer desarrollo y III  en el segundo desarrollo.
Objetivo general:
Ø       Comprender la rutina escolar
Objetivos específicos:
Ø       Estructurar tiempo y espacio (antes-después- dónde)                                
Ø       Ordenar hechos y momentos del día escolar.
Ø       Narrar una secuencia de rutina escolar.
Actividades:
Ø       Seleccionar fotos de la rutina escolar.
Ø       Organizarlas temporalmente, describir las actividades siguiendo una secuencia cronológica.
Ø       Llevar un listado de actividades de la escuela en agendas personales o de grupo, utilizando representación gráfica. La idea consiste en representar en una hoja, con dibujos esquemáticos y realistas, las actividades o acontecimientos del día.
Ø       Elaborar un diagrama con círculos en los que el adulto o el niño (o el niño junto con el adulto, según las posibilidades) representen verbalmente las actividades de la rutina escolar.
Ø       Ordenar hechos y narrar historias de los sucesos escolares.
Ø       Ordenar secuencias temporales.
Ø       En una pizarra, reconocer y seleccionar elementos relacionados con distintos sucesos escolares.
Como se había expresado en el comienzo de este trabajo, la capacidad de flexibilidad en el niño con TA necesita de propuestas que den continencia y estructuren el ambiente en el que la persona se mueve. El terapeuta o educador construirá el andamiaje para que el niño pueda realizar las actividades y lograr los objetivos: realizando la tarea en forma conjunta, iniciándola, finalizándola o proporcionando alternativas de selección de respuestas en orden de complejidad creciente.
Evaluación: Si tomamos uno de los principios básicos de la evaluación que es la coherencia, coherencia entre la modalidad de enseñanza y de aprendizaje y consecuentemente de la evaluación, utilizaremos estrategias de evaluación que contemplen los logros de los alumnos en relación con la intervención de otro u otros que actúan como mediadores.

Ø       Pruebas de ejecución: el niño deberá asociar las claves iguales a las acciones secuenciadas de una actividad de rutina escolar. Valoración de la evaluación en términos de “logrado en forma autónoma”, “logrado con alguna ayuda”, “logrado con mucha ayuda”, “no logrado”. En observaciones se colocará el tipo de ayuda que necesita.
Ø       Triangulación de datos: se cotejará qué objetivos se han cumplido tomando como base distintos agentes evaluadores y distintas fuentes de información (padres, terapeuta, terapeuta externo, otros)
Ø       Observación: se tomará en cuenta la observación de cada sesión de trabajo con el niño y en lapsos a determinar (por ejemplo semana o mes) para registrar el proceso cualitativo de desarrollo y establecer hipótesis de revisión de abordaje.

Objetivo general:
Ø       Utilizar estrategias de anticipación
Objetivos específicos:
Ø       Reconocer claves visuales para las actividades programadas
Ø       Utilizar anticipadores en la escuela y la casa
Ø       Utilizar anticipadores en libros de texto
Las actividades previstas para este nivel de aprendizaje que involucra la separación progresiva del adulto-guía y el aumento de autonomía del sujeto con trastorno autista, se organizarán en torno del programa “Los libros entran en juego”[4]
Actividades:
Ø       Seleccionar la sala de lectura en un conjunto de diferentes pictogramas
Ø       Señalar en una agenda o una serie de pictogramas las actividades que se realizan allí.
Ø       Mencionar oral o gráficamente las mismas. Se comienza utilizando un panel con 3 ó 4 objetos que indiquen las actividades que se realizan para que seleccione la/s que le interesan. Paulatinamente se sustituye el material concreto por fotos, pictogramas, dibujos claros hasta llegar al material simbólico sólo si es posible.
Ø       Elegir con el adulto los libros que leerán o trabajarán ese día (esto si el niño está en el estadio de las peticiones[5], en el que puede manifestar interés y compartir la lectura con otros o en el del comunicador novato que es el momento en el que al niño le gustan los libros y compartirlos con los adultos)
Ø       Ver las imágenes y predecir el final
Ø       Representar con pictogramas, breves secuencias de textos leídos y/o seleccionar la secuencia que sigue a partir de varios pictogramas que entrega el adulto.
Ø       Introducir variables paulatinamente como no asistir a la sala de lectura en el horario o día previsto y tacharlo en la agenda.
La agenda y los pictogramas son recursos útiles para trabajar los procesos de anticipación tanto en el contexto escolar como familiar. El adulto podrá colaborar señalando los dibujos o ayudando al niño, mostrando o induciendo a ver y “leer”. Se seguirá la estrategia P.A.L.O. en la comunicación que consiste en decir Poco, Acentuando, Lentamente, de forma Observable.
Evaluación:
Ø       Por selección de opciones utilizando material analógico: se presentarán pictogramas que marquen estados emocionales (dos o más según las posibilidades de aprendizaje y respuesta). El niño deberá elegir la clave visual que expresa sorpresa, alegría, tristeza, etc. (las emociones se fijan previamente). Esta evaluación puede utilizarse diariamente como trabajo de acercamiento a la metacognición. Se relaciona además con otro aspecto importante en el trabajo con personas autistas, la teoría de la mente[6], apuntando en una primera instancia a los procesos más cálidos como la gestualidad y las emociones y motivaciones.
Ø       Utilización de un protocolo para evaluar las habilidades[7], objetivos y/o actividades en un proceso semanal, quincenal o mensual (según se estime conveniente) en el que se marcan tres items de valoración: aprendizaje, mantenimiento, generalización (se deberá tildar  o hacer observaciones).

En los dos objetivos generales expuestos, tanto para el desarrollo de la enseñanza como para la evaluación del aprendizaje,  el uso de material analógico, es el pilar en la modalidad de intervención. Los materiales analógicos reproducen la realidad de la forma lo más topográfica posible. Son representaciones gráficas en las que se acorta la distancia entre significado y significante, lo cual exige menor capacidad de simbolización. Por otro lado, acercan al mundo en el sentido de que se utilizan claves visuales semejantes a los múltiples carteles indicadores socializadores que se encuentran a diario (taxi, baño, escalera, teléfono, damas, caballeros, etc.). Por supuesto las acciones se acompañarán con un lenguaje verbal claro y preciso.
Finalmente, un párrafo especial para la modalidad de enseñanza. El enfoque vigotskiano aporta un valor agregado a la tarea del adulto padre, educador o terapeuta. Son estos últimos quienes crean la zona de desarrollo próximo, el campo de las gradaciones que están al alcance del niño y que van desde lo que puede hacer sólo y lo que puede realizar con otros, desde la menor a la mayor autonomía. Se trabajará a partir de una primera etapa de resonancia por la cual la acción es cuerpo a cuerpo, la actividad inducida pero tratando de captar los deseos y mínimos gestos de comunicación del niño y que, progresivamente, se irá diferenciando hasta llegar a una etapa de cooperación e interacción. El espacio compartido por el niño y el adulto estarán social y culturalmente organizadas como para que se potencie cada sujeto en ese maravilloso encuentro intersubjetivo que constituye toda experiencia de aprendizaje.
Perkins (2001) hace referencia al concepto de persona-más es decir a la cognición como resultado de su relación con el entorno; concibiéndola como  distribuida más allá de sí mismo, abarcando a otras personas, apoyándose en medios simbólicos, en artefactos y otros elementos del entorno. Tanto si nos referimos al aprendizaje como a la evaluación, el alumno aprende y sabe con otros. Por eso, aprende y demuestra lo que sabe con el cuaderno, con la computadora, con una señal, con un signo, con la maestra, con la madre, con un adulto o con un compañero.  


Conclusiones
Las actividades que sirven para ordenar el tiempo y el espacio contribuyen a estructurar el contexto en el que crece y se educa el niño con trastorno autista, condición indispensable para su abordaje. La utilización de claves visuales  que ya se mencionaron (objetos reales o pequeños, fotos, pictogramas, dibujos simples) otorga información por adelantado, necesaria para planificar y mantener adecuados niveles de activación. Se constituyen además en un requisito esencial para reducir las conductas desafiantes que “son una expresión más de las interacciones entre las personas y sus entornos”[8] y que se manifiestan como conductas culturalmente anormales por su intensidad, frecuencia o duración. El factor contextual es primordial para atenuar o reducir las conductas desafiantes, también para generarlas. La vulnerabilidad del sujeto con autismo, se expresa no sólo por su condición biológica sino también por las habilidades adaptativas que ponga en funcionamiento y las que el medio le ofrezca. El ambiente educativo se ha de constituir en un ámbito propicio para el despliegue y la oportunidad de descubrir y conocer. Enseñar a elegir, a tomar decisiones, planificar por medio de apoyos diversos, adaptarse a los cambios será posible en un clima afectivo positivo, con relaciones de reciprocidad y respeto.

Bibliografía
Ayuda, R. (2009), “Comunicación y lenguaje: Técnicas y juegos de estimulación en contextos clínicos y educativos”, Curso NEE en trastornos del desarrollo, Buenos Aires, FLACSO.
Carretero, M. (2009) “Desarrollo cognitivo y aprendizaje del niño pequeño”, Curso NEE en trastornos del desarrollo, Buenos Aires, FLACSO.
Carretero, M. (2009) “Desarrollo cognitivo del niño pequeño”, en Novedades Educativas.
Consejo Provincial de Santa Cruz y Dirección General de Educación Especial. (2009), “Aportes curriculares y metodológicos necesarios para el abordaje de niños y jóvenes con trastornos del espectro autista”, Santa Cruz.
Marchesi, A, Coll, C y Palacios, J. (Comp.) (1995), “Desarrollo psicológico y educación, III. Necesidades educativas especiales y aprendizaje escolar”, Madrid, Alianza Psicología.
Monsalve, C. (2009). “Apoyo y formación para familias de niños con TGD: estrategias de intervención desde el Programa Hanen para padres”, Curso NEE en trastornos del desarrollo, Buenos Aires, FLACSO.
Perkins, D., “La persona más: una visión distribuída del pensamiento y el aprendizaje”,       en Salomón, Gravriel (comp..)”Cogniciones distribuidas”, Buenos Aires, Amorrortu
Morueco, M. (APNAB) (2002) Guías didácticas: Desarrollo de las Äreas Educativas de Tratamiento para Alumnos con Trastorno del Espectro Autista”, Presentado en AETAPI, Santander, 2002
Morueco, M. “Modalidades educativas I: Organización de Centros educativos y diversas propuestas de escolarización”, Curso NEE en trastornos del desarrollo, Buenos Aires, FLACSO.
Nieto, C. (2009). “Flexibilidad en el espectro autista”, Curso NEE en trastornos del desarrollo, Buenos Aires, FLACSO.
Rivière, A. (1996). “Actividad y sentido en el autismo”, 5º Congreso Autismo-Europa, Barcelona.
Riviere, A. Y Núñez, M. (2001). “La mirada Mental”, Buenos Aires, Aique
Tamarit, J. (2009). “Conductas desafiantes en discapacidades del desarrollo: claves para la comprensión y la intervención”, Curso NEE en trastornos del desarrollo”, Buenos Aires, FLACSO.
Valdez, D. (2009) “Perspectivas sobre el desarrollo evolutivo y sus trastornos desde un enfoque vigotskiano”, Curso NEE en trastornos del desarrollo, Buenos Aires, FLACSO.
Valdez, D. (2001b) Teoría de la Mente y Espectro Autista”. En D. Valdez. “Autismo. Enfoques actuales para padres y profesionales de la salud y de la educación”, Buenos Aires, Fundec.
Ventoso, M. (2009) “Intervención educativa: uso de materiales analógicos como organizadores del sentido”, Curso NEE en trastornos del desarrollo, Buenos Aires, FLACSO.


[1] En Nieto, 2009
[2] Extraído del documento “Aportes curriculares y metodológicos necesarios para el abordaje de niños y jóvenes con trastornos del espectro autista”, Consejo Provincial de Educación y Dirección General de Educación Especial de la Provincia de Santa Cruz.
[3]  “...hay una serie de mecanismos básicos que son comunes a los muchachos de diferentes edades y a los adultos.” En Carretero, M. “Desarrollo cognitivo del niño pequeño” ( 2009, p.2, versión word)

[4] Desarrollado por Monsalve, 2009. El programa previsto para familias de niños con TGD, presenta estrategias de intervención desde el Programa Hanen para padres y resulta muy interesante para replicar esta experiencia en los centros educativos.
[5] Monsalve, 2009, p.13, versión word.
[6] La teoría de la mente comienza a ser familiar en la década del 80. Se denomina así a la capacidad del sujeto de atribuir a los demás capacidades y posibilidades. También de reconocer lo que uno sabe, siente y cree y lo que el otro sabe, siente y cree. Las personas autistas fallan en diferentes tareas de la Teoría de la mente. Un buen desarrollo de este tema se podrá encontrar en Valdez, D. (2001b) “Teoría de la Mente y Espectro autista” y en  Riviere, A. Y Núñez, M. (2001) “La mirada mental”
[7] Morueco, M. (APNAB) (2002). La autora desarrolla un protocolo interesante que puede utilizarse a los fines de la evaluación. Se puede confeccionar una planilla de doble entrada en la que se consignarán las habilidades, objetivos y/o conductas a evaluar en la columna vertical y horizontalmente se consigna el nivel de logro: aprendizaje, mantenimiento, generalización.
[8] Taramit, 2009, p.2, versión word