La construcción de contextos que permitan la fluidez de los vínculos entre los sujetos partícipes del proceso de enseñanza y de aprendizaje y el conocimiento, son esenciales para el desarrollo del alumno. Los profesionales deben crear condiciones para el aprendizaje. Se plantea aquí la creación de un espacio-tiempo que favorezca el diálogo corporal.
Un espacio para la expansión
El desarrollo armónico de la
subjetividad depende de la calidad de los vínculos con la que se construye y de
las posibilidades de manifestarse que tenga desde los primeros años de vida.
El clima afectivo escolar genera
mejores condiciones para ese desarrollo personal y social y, si bien es
necesario rehabilitar cuando el déficit es muy importante, es fundamental a la vez, posibilitar
espacios de libertad para que el cuerpo (física, emocional y comunicativamente)
se potencie. Estos espacios serán lúdicos, creativos, no reglados, que permitan
al niño expandirse y volcar sus propias emociones, desbloquear su capacidad de
hablar, -si no puede con la palabra, lo hará con el cuerpo, con el arte, con el juego-.
El acto creativo, la posibilidad de inventar y descubrir, según las
potencialidades de cada uno, es lo que dan sentido al sujeto en su singularidad
y es lo que permitirá que el deseo de afirmación del Yo se resuelva en alguna medida.
El docente deberá poner a su
disposición el máximo de elementos propios para estimular y responder al deseo
del niño y no a la inversa. La persona como totalidad involucra dimensiones
corporales, intelectivas, afectivas y sociales y cuando favorecemos la
evolución libre y fluida de todas estas dimensiones, estamos permitiendo
acceder a la “cualidad de la vida” que es la cualidad del ser. Ser, existir,
ejercer libremente la posibilidad de actuar en el medio y conservar algún grado
de autonomía en las decisiones. Esta completud a la que aspiramos, se abordará
a partir del trabajo con todas las áreas de aprendizaje, pero desde la
perspectiva liberadora de la creación.
Recordamos aquí, el aporte que
realizara Howard Gardner, investigador de la Universidad de
Harvard, dentro de la psicología cognitiva, al sostener la teoría de las
inteligencias múltiples. Este enfoque, nos permite centrar la mirada en la
totalidad del sujeto que aprende y en los diferentes modos en que se despliegan
las habilidades para aprender.
Gardner identifica siete
inteligencias:
- Inteligencia musical.
- Inteligencia cinético-corporal.
- Inteligencia lógico-matemática.
- Inteligencia lingüística.
- Inteligencia espacial
- Inteligencia interpersonal.
- Inteligencia intrapersonal.
Las inteligencias están relacionadas
con las diferentes formas de conocer el mundo y es útil para programar
actividades que las tengan en cuenta; para convertirlas en puntos de acceso al
conocimiento.
Lo importante en este espacio
abierto a las propias pulsiones del sujeto, es el clima de libertad que deberá
crearse porque ninguna discapacidad justifica la renuncia a trabajar sobre los
deseos e intereses del alumno. “No se debe abandonar bajo ninguna
circunstancia, ni bajo el pretexto de método alguno, la posición de interpelar
al sujeto durante el proceso educativo (…) Interpelarlo, sin imponerle otra
condición que la de que se manifieste en la medida en que ello sea posible”
(Jerusalinsky y colaboradores, 1988, p. 93). Sobre los beneficios del juego
corporal y la relación con el cuerpo del otro y los elementos, Lapierre aporta detalles sobre la función de cada elemento. Los balones son objetos con
dinamismo propio porque rebotan, ruedan o escapan con los cuales los niños
buscan contacto afectivo y resultan mediadores en intercambios a distancia. Las
colchonetas poseen elasticidad y evocan el contacto corporal. Las mantas de
lana proveen de contacto suave y tibio y
son material propicio para el arropamiento, el ocultamiento, el contacto
fusional. Las telas de colores de distintos tamaños y texturas posibilitan
múltiples actividades de diálogo corporal, incluido el balanceo y acunamiento
que resulta tan placentero al niño, sobre todo en los primeros años de
desarrollo. La sala podrá contar también
con otros materiales como pañuelos (más pequeños que las telas), cartones de
embalaje para romper, hacer huecos, espiar, etc.; cubos, cilindros, pepel,
cuerdas, aros, anillas de goma, tubos de cartón; todos ellos serán el pretexto
para la relación y la aproximación con el otro y la descarga de pulsiones. Las
características y potencialidades, a la vez que las limitaciones de cada
alumno, determinarán las modalidades de uso del material y la composición del
mismo.
La utilización de las telas no ha de
convertirse en una decoración de la zona, sino que la finalidad es que armen un
continente orgánico,
es decir, como cualidad del espacio por lo cual hasta pueden ser
intercambiables. Es importante no recargar el ambiente y si fuera posible,
borrar los ángulos rectos y modificar las paredes y el techo, en el sentido de
construir un lugar donde la libertad y el encuentro corporal fluyan; teniendo
en cuenta que “construir un espacio para la convivencia es semejante a
construir un útero” (expresión de la plástica argentina Mireya Baglietto)
Resumiendo, el ámbito escolar,
tendrá siempre un espacio para construir y jugar sin trabas: con el propio
cuerpo y el del otro, con los objetos, con los colores, con las texturas, con
los relieves, con los sonidos, con los sabores, con olores, con los contrastes,
con los materiales más diversos. En este espacio, que estará identificado en la
agenda del niño, y que también podrá ser una sala multisensorial, se utilizarán
todos los elementos posibles para el juego corporal. Y en el que los vínculos
serán protagonistas.
Cerramos con una expresión de
Saint Exupery, en su libro Ciudadela “…Crear, es situar al otro en el lugar
donde el mundo es como lo desea, y no proponerle un mundo nuevo…” y “creador no
es el que inventa, sino el que impulsa a realizarse.”
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