sábado, 5 de marzo de 2016

Perspectiva de género

Siempre con la idea de pensar el contexto y las representaciones sociales sobre cada uno de los actores de las instituciones, se presenta aquí un cuento para debatir la cuestión del género y el rol que juega la mujer en las instituciones educativas. En su mayoría mujeres, los docentes cumplen múltiples tareas además de ser trabajadoras públicas. El texto fue trabajado en un taller de escritura y la técnica se describe al pie. (*)


  "Muros y escaleras"Xul Solar (argentino, 1887 - 1963). Esta pintura es de 1944, hecha en témpera sobre papel montado en cartón; integra una serie realizada por el artista entre 1943 y 1944


Monte de Sinaí  
Escuché el zumbido de la barredora y las conversaciones indescifrables de los recolectores de basura. Me bajé de la cama, abrí la ventana y una nube negrísima me robó el amanecer. Permanecí unos instantes observando su desplazamiento y volví a meterme debajo de las frazadas.
“Un ratito más” pensé tratando de volver a dormir,  pero apenas se desvaneció el paso de los camiones de residuos, me taladraron la cabeza una alarma persistente, algunas frenadas, el chirrido de las cubiertas de los autos sobre el asfalto de la calle y el ladrido de los perros que acosan en jauría.
“Ya está” me dije, tomé fuerzas y saqué mi cuerpo de la cama. Todos los días intentaba demorar ese momento sin retorno que me llevaba en viaje directo de los sueños a los trabajos cotidianos.
No me despabiló la ducha, ni el cepillado de los dientes, ni vestirme, ni el arreglo de la cama que estaba abandonando. Todavía con sueño bajé por la escalera.
Peldaño tras peldaño empecé a hacer el camino que me separa de la pieza con el resto de la casa. Desde mi monte de sinaí repasé de memoria los mandamientos y la secuencia que me esperaba: barrer los doscientos metros cuadrados cubiertos de pelos por los ocho perros que entran y salen, más diez metros cuadrados del garage donde duermen otros cuatro perros vagabundos del vecindario, ponerles agua limpia en una olla vieja y sacudir las mantas donde descansan., agregar otros doce metros cuadrados del patio de atrás -una especie de terapia intensiva de las plantas en maceta-, después baldear contradiciendo la ley de gravedad que por error del albañil desagua hacia adentro e inunda la cocina, tirar algún producto con perfume y secar: refregar y secar, refregar y secar, repasar telas de araña en todos los recodos de ventanas, puertas, techos, ángulos internos, cóncavos, convexos.
Algo debe haber fallado en la coordinación entre mis miembros inferiores y la cabeza, porque salteé un escalón de cemento resquebrajado y rodé como pelota pateada por Mesi o Maradona. No alcancé a hacer equilibro o cubrirme con los brazos porque llevaba en las manos los anteojos, el celular y dos bolsas de residuos del piso de arriba que no atiné a soltar, y caí de costado sobre los baldosones gastados del pasillo de abajo.

Teta y mejilla izquierdas aplastadas contra el suelo y la nariz pegada a la meada no muy grande pero olorosa de mi perra geronte, a la que había desoído un rato antes, en el momento de espiar la madrugada.

(*) La técnica de escritura consistió en elaborar un relato sobre la base de una descripción de amanecer brevísima, utilizar un dibujo como símbolo del texto y metáforas de la palabra dibujada. El dibujo de una escalera disparó las siguientes asociaciones: escalera- monte o montaña- monte de sinaí, que dio lugar al título.

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