"Muros y escaleras", Xul Solar (argentino, 1887 - 1963). Esta pintura es de 1944, hecha en témpera sobre papel montado en cartón; integra una serie realizada por el artista entre 1943 y 1944
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Monte de Sinaí
Escuché el zumbido de la
barredora y las conversaciones indescifrables de los recolectores de basura. Me
bajé de la cama, abrí la ventana y una nube negrísima me robó el amanecer.
Permanecí unos instantes observando su desplazamiento y volví a meterme debajo
de las frazadas.
“Un ratito más” pensé tratando de volver a dormir, pero apenas se desvaneció el paso de los
camiones de residuos, me taladraron la cabeza una alarma persistente, algunas
frenadas, el chirrido de las cubiertas de los autos sobre el asfalto de la
calle y el ladrido de los perros que acosan en jauría.
“Ya está” me dije, tomé fuerzas y saqué mi cuerpo de la cama. Todos los días intentaba
demorar ese momento sin retorno que me llevaba en viaje directo de los sueños a
los trabajos cotidianos.
No me despabiló la ducha, ni
el cepillado de los dientes, ni vestirme, ni el arreglo de la cama que estaba
abandonando. Todavía con sueño bajé por
la escalera.
Peldaño tras peldaño empecé a
hacer el camino que me separa de la pieza con el resto de la casa. Desde mi
monte de sinaí repasé de memoria los mandamientos y la secuencia que me
esperaba: barrer los doscientos metros cuadrados cubiertos de pelos por los
ocho perros que entran y salen, más diez metros cuadrados del garage donde
duermen otros cuatro perros vagabundos del vecindario, ponerles agua limpia en
una olla vieja y sacudir las mantas donde descansan., agregar otros doce metros
cuadrados del patio de atrás -una especie de terapia intensiva de las plantas
en maceta-, después baldear
contradiciendo la ley de gravedad que por error del albañil desagua hacia
adentro e inunda la cocina, tirar algún producto con perfume y secar: refregar
y secar, refregar y secar, repasar telas de araña en todos los recodos de
ventanas, puertas, techos, ángulos internos, cóncavos, convexos.
Algo debe haber fallado en la
coordinación entre mis miembros inferiores y la cabeza, porque salteé un
escalón de cemento resquebrajado y rodé como pelota pateada por Mesi o
Maradona. No alcancé a hacer equilibro o cubrirme con los brazos porque llevaba
en las manos los anteojos, el celular y dos bolsas de residuos del piso de
arriba que no atiné a soltar, y caí de costado sobre los baldosones gastados del
pasillo de abajo.
Teta y mejilla izquierdas
aplastadas contra el suelo y la nariz pegada a la meada no muy grande pero olorosa
de mi perra geronte, a la que había desoído un rato antes, en el momento de espiar la
madrugada.
(*) La técnica de escritura consistió en elaborar un relato sobre la base de una descripción de amanecer brevísima, utilizar un dibujo como símbolo del texto y metáforas de la palabra dibujada. El dibujo de una escalera disparó las siguientes asociaciones: escalera- monte o montaña- monte de sinaí, que dio lugar al título.