¿Cuáles son los actores y criterios educativos que se ponen en juego en la evaluación? ¿Es un aspecto del proceso de enseñar y aprender que responde a cuestiones ideológicas? Algunas reflexiones que posibilitan el debate y el intercambio de ideas.
"Rompecabezas" (2012) fotografía perteneciente al trabajo fotográfico de Susana R. González |
Qué y cómo evaluar
También
la evaluación es una cuestión política en el sentido de que implica relaciones
de poder tanto por las formas en que se interviene para recolectar información
como en los modos en que esa información se procesa, se valora y se incorpora a
la toma de decisiones. Cuando la evaluación es una construcción colectiva,
atenúa los márgenes de error. Cuando
quien se evalúa es un sujeto con necesidades educativas especiales, esta
necesidad es mayor. ¿Quién mejor que los padres para valorar algunas conductas
de autovalimiento y/o habilidades personal sociales? ¿Por qué no otras
instituciones para evaluar el logro de expectativas que una comunidad deposita
en una escuela especial?. Desarrollaremos, entonces, distintas modalidades de
evaluación y los agentes que pueden convertirse en protagonistas activos del
proceso con la finalidad de que sirva al desarrollo de una cultura evaluativa
participativa y democrática.
En
principio diremos que la evaluación puede tener como eje a la institución, al
docente, al alumno o a un programa o aspecto curricular. Cuando la evaluación
está referida a la institución se torna una apropiada ocasión para liberar la
opinión de quienes actúan en ella, generar la comprensión sobre lo que hacen y
al mismo tiempo, develar el curriculum oculto si es posible. Es
imprescindible trabajar sobre la captación de los significados que la acción
tiene en todos los protagonistas de la misma. Pueden participar también
evaluadores externos, que son quienes aportan datos y criterios para que el
equipo emita un juicio posterior, más ajustado, teniendo en cuenta que el compromiso de los
actores de la propia institución puede dificultar el análisis. La evaluación debe estar planificada. Esto no remite a la idea de rigidez pero sí
de previsión, condición necesaria en educación. Los métodos que se podrán
utilizar son la observación, el análisis de documentación e información, la
confección y el análisis de informes escritos de los protagonistas, la
realización de diarios por parte de los evaluadores y evaluados, etc. En todos
los casos, es valiosa la aplicación de procesos de contraste para cotejar la
información y analizar discrepancias y coincidencias. La triangulación de datos
facilita el contraste y depuración de los mismos y tomando como base la
procedencia de la información se puede establecer la siguiente clasificación:
- Triangulación de datos procedentes de diversos métodos (observaciones, visitas, entrevistas, clases, registros, otros) ¿Hay coincidencia o no? ¿Es preciso seguir indagando o se puede arribar a un juicio valorativo? ¿Abre instancias de negociación?
- Triangulación de datos procedentes de distintos informantes. Es interesante analizar las distintas perspectivas que conviven en el trabajo escolar. Las discrepancias pueden tener distintos ejes:
- Estamental (maestros, alumnos, padres)
- Ideológica (conservadora, progresista; tradicional, innovadora; conductista, constructiva).
- Jerárquico (equipo de supervisión-directivo-docentes).
- Conflictivo (agresores-agredidos).
En
este punto podremos preguntar y preguntarnos: ¿Qué perspectiva confluye en el
accionar institucional? ¿Qué teorías, qué modelos de intervención y de gobierno
institucional? ¿Qué opinan los diferentes sectores de la comunidad educativa?
¿Cómo evalúan el servicio desde los diferentes ejes que coexisten en él? ¿Qué
modificarían? ¿A qué apuntarían a partir del intercambio de opiniones? ¿Qué
aspectos evaluarían como positivos y cuáles como negativos? ¿Qué negociaciones
y acuerdos se podrían generar?
- Triangulación de datos procedentes de distintos momentos. Podrían contrastar los datos de fin de año con los de la evaluación diagnóstica inicial o media. Aquí las reflexiones podrían generarse en torno a: ¿qué diferencia se observan entre uno y otro momento del año? ¿Se mantienen los mismos obstáculos? En tal caso ¿por qué? ¿Se evolucionó en el logro de objetivos? ¿Se mantendría todo igual, o se realizarían modificaciones? ¿Cuáles son los puntos pendientes? ¿Los mismos que al comienzo de año? ¿Cuáles son las semejanzas y diferencias de cada momento de la evaluación?
- Triangulación de opiniones de agentes externos e internos. Es importante este tipo de triangulación, porque permite rectificar y reconducir el trabajo. ¿Qué valoración hacen de la institución otros miembros de la comunidad? ¿Qué lugar ocupa la institución en el barrio? ¿Y en otros barrios? ¿Qué aportes evaluaría como positivos y cuáles como negativos? ¿De quiénes provienen?
Los
proyectos de evaluación deben considerar las peculiaridades del medio social y
académico en el que se realizan. En lo que refiere al contexto, hay dimensiones
que van más allá del espacio y tiempo concretos en el que tiene lugar la
experiencia educativa. Esto es el contexto diacrónico que alude a los planteamientos educativos y
evaluativos que se han hecho en el marco
espacial-geográfico y el contexto sincrónico que involucra a las condiciones
político-educativas y sociales del momento. Es preciso definir los indicadores
estructurales, espaciales y temporales en los que se producen los
acontecimientos evaluados. La evaluación debe tener coherencia epistemológica y
pertinencia con el proyecto educativo que se evalúa. Algunos proyectos e
instrumentos de evaluación educativa a veces discurren por diferentes caminos
de los postulados teóricos que se sustentan. Por ejemplo, se plantea la
evaluación de los procesos de los alumnos y
se toman decisiones que contrarían estos principios cuando se decide el
egreso de un alumno con discapacidades severas porque no se advierte evolución
de acuerdo a las normas de permanencia. Otro ejemplo es cuando se proclama la
complejidad de los hechos educativos y la dificultad de su evaluación y se
termina aplicando instrumentos reduccionistas que simplifican y esquematizan
las valoraciones. Esto es así para la evaluación institucional, la del docente
y la de los alumnos.
La
información que se obtenga de la evaluación debe apuntar a mejorar la
educación, o reconducir programas o aumentar la competencia profesional. Ha de
incluir la autoevaluación que fomenta la
vertiente crítica necesaria en el acompañamiento de la acción. La deliberación
y la toma de decisiones conjuntas entre todos los intervinientes es la base de
la evaluación, a la vez que la expansión social de los resultados a través de
informes, evidencias, conclusiones, descubrimientos. Para potenciar la
participación y el trabajo colegiado.
La
autoevaluación. Este modelo de evaluación ha sido impulsada por quienes consideran
a la organización educativa como arena política. Su puesta en práctica
contribuye a:
- Comprender los sucesos educativos y sociales de la escuela.
- Promuever el diálogo y la participación.
- Facilitar la toma de decisiones racionales e intensificar el esfuerzo de lo esencial.
- Evitar que se produzcan solapamientos.
- Permitir actuar sobre lo sustantivo, corregir errores y aprender cosas nuevas o emprender nuevos rumbos.
- Generar coherencia en los docentes y ejemplo para alumnos y padres.
Es
una modalidad de evaluación interna y al mismo tiempo externa, en la medida en
que se puede utilizar la intervención de agentes externos que faciliten el
proceso de reflexión y análisis. Es posible en un marco de autonomía
institucional ya que las modificaciones
sobre la realidad las provocan los mismos actores a partir de la autocrítica.
Favorece también el reconocimiento de que existen en las escuelas, una
diversidad de intereses que merecen expresarse: diferentes concepciones, puntos
de vista, intereses personales y profesionales. La autoevaluación puede
contribuir a la construcción de una cultura común y puede ser un motor de
cambio, partiendo siempre de la confianza mutua y la autoconfianza y en la
medida que participen equitativamente todos los miembros del equipo sin ser objeto
de imposición de algún subgrupo de poder dentro de la institución. En este
sentido, la tarea del equipo directivo es importantísima para actuar como
neutralizador de efectos de sometimiento de unos sobre otros, creando
condiciones propicias y motivadoras para la participación de todos.
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