sábado, 27 de abril de 2013

El escenario escolar frente a problemáticas complejas

¿Cómo organizar el aula y la institución cuando se trabaja con necesidades educativas especiales complejas? ¿qué escenario de acción se requiere para facilitar los vínculos de todos los actores? ¿ qué requisitos de comunicación permiten el logro no sólo de objetivos relacionales sino también de la revisión profesional? En este breve texto algunos apuntes sobre el tema.


"Puesta en escena" Polesello, (arg. 1965/70) Técnica mixta sobre tela
             
               Cuando nos referimos a un proyecto educativo para alumnos con necesidades complejas, pensamos en la construcción y desarrollo de un proyecto educativo lo menos estructurado posible en lo que se refiere a organización, distribución de grupos o desarrollo curricular. Poco estructurado el gobierno escolar para poder estructurar el aprendizaje del niño. Parecerá una contradicción pero no lo es en el sentido de que, si bien el alumno inicialmente necesita estructurar sus tiempos y sus espacios, los equipos escolares requieren de una gran apertura para producir cambios y modificaciones de acuerdo a las necesidades de los niños y sus familiares.
Hay que sostener algunos postulados básicos que garanticen la posibilidad de generar contextos democráticos: la búsqueda del deseo del niño y perspectivas multiparadigmáticas que permitan a los docentes abordar las respuestas que cada alumno, cada familia, cada grupo o cada escuela necesitan. Condiciones para la innovación, versatilidad, trabajo en equipo, formación permanente y autonomía, para realizar toma de decisiones conjuntas, -con intervención de todos los involucrados en la comunidad educativa.- que faciliten la revisión y reprogramación de las acciones; evitando por supuesto, la repetición de estereotipos y la cristalización de hipótesis de acción y de acciones.
El desarrollo curricular debe estar dirigido a la formación de hábitos y habilidades básicas para la vida diaria, pero no se limitará a estos aspectos. El despliegue de todas las competencias, todas las posibilidades de inteligencias múltiples, todas las formas de realización expresivas y liberadoras posibilitarán aprendizajes más amplios, más placenteros y plenos. Los espacios de lugar y de tiempo serán fluctuantes y dinámicos,  y los abordajes  basados en criterios que posibiliten la experimentación de nuevos enfoques y la innovación educativa.
Las redes con la familia y la comunidad necesitan institucionalizarse, sostenerse en relaciones dialógicas que permitan realizar opciones conjuntas sobre el proyecto a construir y efectivizar. Todas las áreas gubernamentales y no gubernamentales, y las distintas instituciones pueden articularse en un ejercicio de micropolítica cooperativa. Salud, es en estos casos, un área valiosa para esta articulación por lo que es importante incorporar la figura de un/a enfermero/a en el ámbito escolar, para alivianar el peso afectivo y las implicancias que asume el maestro cuando se trata de casos con mucho compromiso de  la salud infantil y para colaborar en la atención de los hábitos personales en las etapas de la adolescencia y la juventud.
La multidisciplinariedad con que se atienda esta problemática compleja, requiere muy especialmente, la potenciación de los vectores de solidaridad que amplíen la comprensión y la cualidad de escucha en todo el personal que está en relación con el alumno, incluidos no docentes. La cultura docente será un mosaico, en las que realicen diferentes agrupaciones para compartir ideas y rumbos. Escuela o simplemente aula, son el lugar para aprender todos, en el que la riqueza del encuentro con el otro,  abre márgenes para conocer, probar, descubrir crecer y trazar acuerdos. Planteamos la importancia de incorporar a este alumno con necesidades educativas complejas, como tal, en una escuela de jornada simple como mínimo. En ese marco, quizá lo más difícil sea pensar de qué modo se representan el oficio de ser docente y ser alumno; dos roles que se aprenden solamente en la escuela. Recurrimos a varias preguntas, sin respuesta o con respuesta incierta, que se hace Marta Sipes, “Los Gajes del oficio”, En Dubrovsky, S. (Noveduc, 2005) : “¿Cuál es el status de alumno cuando los requisitos referidos a los aprendizajes no están inscriptos fuertemente en la organización, cuando no se sabe a ciencia cierta que se espera de él? (...) ¿Cómo se aprende el oficio? (...) ¿Cómo se construye el estatuto de alumno desde una identidad deficitaria?”  Y agregamos: ¿cómo se construye en ese marco, el rol docente? ¿Cómo se despoja el educador de la investidura de padre sustituto,  o terapeuta, o médico? ¿Cómo separarse del recurso del amor que a veces se presenta casi como única dirección y única teoría? Es probable que la ausencia de estas representaciones y estereotipos, amplíen las perspectivas novedosas para la construcción del rol, o de los roles y nos permita gestar un colectivo con visión educadora.
Si bien el uso de algunas herramientas organizativas y pedagógicas como lo son los objetivos, la metodología y la evaluación entre otros, no elimina las diferencias subjetivas de los  profesionales, construir una institución en la que se ponga sobre la mesa de  discusión las implicancias personales en el ideario y el proyecto institucional producirá sus beneficios. Dado que nadie está exento de los efectos subjetivos que provoca la labor educativa, poder hablarlos y procesarlos en grupo, ayuda a mejorar el rol profesional y exponer las propias representaciones que cada profesional genera en el desempeño cotidiano. La tarea educativa en educación especial, incluye aspectos que no se dan en la educación convencional u ordinaria, tales como colaborar en los hábitos de higiene, en el vestido y la comida, control de la atención, la sexualidad, y que perturban sobre todo al inicio y desarrollo de la adolescencia. Hasta el peso de un alumno de diecisiete años por ejemplo, supone una dificultad en esa etapa de la vida. Los progresos en el alumno, que ponen a prueba el narcisismo profesional por lo costoso y lentos que resultan, ponen a prueba también la constancia, la paciencia y las posibilidades de los educadores. Todo es más sensible en el ámbito de la educación especial.
La manera en que se aborda el trabajo individualmente y en equipo, son cuestiones prácticas y centrales en esta función de enseñar y colaborar en el progreso de la persona con necesidades educativas complejas. Esta experiencia de encuentro intersubjetivo, sólo es compatible con un gran esfuerzo por elucidarla, trasmitirla e interrogarla. Se trata de un campo del  saber en el que el terreno es movedizo, y las teorías e interpretaciones algunas simples otras complejas, merecen la pregunta y la búsqueda de nuevas respuestas, la profundización del saber sobre la misma experiencia. Si no lo hacemos sólo nos queda gozar  o sufrir por lo que no logramos, sin siquiera procesarlo y crecer profesionalmente. “Para salir de este sopor se requiere una actitud abierta,  más preocupada por los objetivos pedagógicos o terapéuticos y la labor de equipo; establecer espacios en la institución donde se puedan plantear problemas, discutir los casos, supervisar, confrontar opiniones, evaluar intervenciones ..., en definitiva, tomar cierta distancia con respecto a la relación pedagógica cotidiana y dar entrada a una elaboración del saber, única vía para mantener cierto entusiasmo por el trabajo.” (Alcañiz, J. Y Andreu, M.1998, p.169).  El acceso al conocimiento sobre la institución y la práctica profesional se verá dificultado en un comienzo por condiciones naturales que aparecen como respuesta defensiva a la autoevaluación: la negación y resistencia conscientes o inconscientes a conocer; los efectos de la implicación no regulada frente al compromiso emocional que conmueve nuestros vínculos y la complejidad generada por la multiplicidad de significaciones frente a la interpretación y comprensión de los hechos y situaciones. Aún así, cada hecho educativo, necesita ser analizado en los distintos ámbitos de expresión -personal, grupal, interpersonal, organizacional, comunitario-, en relación a una trama de significaciones que merecen ser develadas a la luz de sus sentidos universales y sociohistóricos.
La creciente expansión del discurso científico y el aumento de competencias y especialidades, ha ido transformando nuestras instituciones educativas y terapéuticas, con equipos que progresivamente incorporan conocimiento a partir de la propia práctica. Esto es un insumo importante a la hora de pensar en nuestros profesionales pero sin olvidar un elemento sustantivo que subyace en la subjetividad del ser humano, el deseo, esa cualidad que motoriza el acto de educar. El deseo surge al elegir y el camino que trazamos está hecho de elecciones sucesivas que involucran también el respeto por las elecciones que realiza o que desea el otro.